Una vez finalizados mis estudios universitarios en CC Geológicas en la Universidad del País Vasco (EHU), se me informa de la puesta en marcha de la primera promoción de prácticas universitarias en la Diputación Foral de Gipuzkoa. Tras superar el proceso de selección, paso a formar parte del equipo de técnicos de Obras y Proyectos de del Departamento de Carreteras.
Las prácticas tienen una duración de 12 meses, que no completo, pero suponen un importante impulso para mi formación como geotécnico, así como para entablar relación con grandes profesionales de la ingeniería y la geotecnia, algunas de las cuales se mantienen hasta el día de hoy. A los seis meses de desarrollo las interrumpo ante la oportunidad de incorporarme a la plantilla de una empresa en fase de crecimiento en Gipuzkoa, de la que sólo escucho bondades en la casa en la que en ese momento me encuentro desarrollando mi labor.
Esta empresa es IKERLUR, en entonces formada por cuatro técnicos, equipo al que me uno como geólogo junior. IKERLUR, heredera de la metodología anglosajona liderada por Dames & Moore y URS, me inculca las bases fundamentales de la formación de un buen geotécnico, permitiéndome desarrollarme como profesional de alta cualificación, hecho que tardo algún tiempo en descubrir, cuando me toca aplicarlo en otros foros y empresas a lo largo de mi carrera profesional.
Aquí he de destacar la formación sobre todo en labores de campo: cartografía, registro de sondeos y calicatas, ensayos in situ, así como iniciación en el cálculo numérico de estabilidad, asientos y cimentaciones.
Mi bagaje en esta primera etapa en IKERLUR es de cuatro años; pasado ese tiempo, por cuestiones personales, traslado mi residencia a Bizkaia, donde paso por varias empresas y proyectos que se ven frustrados por diversas razones, pero que me permiten afrontar proyectos de gran valor y especial complejidad, y con ello seguir creciendo como técnico (la planta de bioetanol de Babilafuente en Salamanca, así como la Fase 2 de la variante de Hondarribia, son los proyectos más destacados de esta etapa, con reconocimiento por parte de sendos proyectistas).
A veces surgen oportunidades sorprendentes, y una de ellas fue la entrada en SAIATEK, posiblemente, hasta la fecha, la etapa más rica de mi vida profesional. En este periodo lideré el departamento de geotecnia de esta empresa con clara genética de laboratorio de control de calidad para la edificación, donde fuimos capaces de encajar una auténtica consultoría geotécnica, con medios propios de toma de muestras, laboratorio geotécnico y departamento de instrumentación.
Tras nueve años de servicios exitosos, como los ofrecidos para los Accesos a Bilbao por San Mamés, La Torre de la BBK, el inicio del desarrollo del área de Zorrotzaurre, servicios a la Diputación Foral de Bizkaia para resolver diversa problemática geotécnica de su red viaria, e incluso un análisis para el desarrollo de los patines de aterrizaje de la misión espacial Exomars, se produce el cierre patronal de SAIATEK, por decisión unilateral del consejo de administración.
Hay momentos en la vida en los que todo parece volverse en contra, la pérdida de seres queridos y el fracaso de un proyecto profesional exitoso, unidos en muy corto periodo de tiempo, provocan sensaciones de frustración y desazón difíciles de superar. Un mercado arrasado por la crisis y sin visos de recuperación a medio plazo, hizo que me replantease mi futuro profesional en el sector, pero entonces surgió la oportunidad en LKS Ingeniería (ahora LKS KREAN), quien me tendió la mano para incorporarme al departamento de geotecnia interno de la empresa.
Cuatro años y medio de andadura han permitido que recupere la ilusión por la profesión, participando en proyectos de alto nivel de exigencia (grandes parques logísticos de gran compromiso geotécnico, proyectos de estabilización de muros anclados de hasta 36 metros de altura, etc.).
Mi encaje en la redacción de proyectos y la dirección de obra, aunque de gran interés técnico y evidente satisfacción personal, no resultaban suficientes para cubrir mis inquietudes profesionales, a fin de cuentas soy geólogo de campo.
En junio de 2019, IKERLUR me propone liderar un nuevo proyecto que está preparando en Bizkaia. Se trata de abrir una nueva oficina en Zamudio donde dar servicios de asistencia geotécnica, con medios propios.
Desde mi salida de IKERLUR en 2002, han pasado 17 años, a lo largo de los cuales IKERLUR ha crecido, poniendo en marcha la adquisición de medios propios de investigación in situ, asociándose además con el grupo ALIOS, que posee 12 delegaciones en Francia, con su sede central en la localidad de Urrugne en Lapurdi, consignando por ende un grupo empresarial de alta cualificación técnica, con la capacidad de afrontar trabajos al más alto nivel de exigencia de medios y equipos.
Una oportunidad de estas características no sucede muchas veces en la vida, y tras meditar profundamente el nivel de exigencia al que he de someterme para poner en marcha un proyecto de semejante nivel, acepto agradecido el reto y me incorporo una vez más a la plantilla de la empresa que me vio crecer como profesional. Sólo espero estar a la altura de las circunstancias y poder demostrar, una vez más, que la calidad del servicio es posible como producto mercantil.